"BARNABITAS ESPAÑA"


APOSTOLADO - ENSEÑANZA

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INTRODUCCIÓN

En las Constituciones de los Barnabitas, en el Nº 4 leemos textualmente: «Los Bar­nabitas, desde sus orígenes, se han sentido y han sido colaboradores de los Obispos. Dedicados en un principio a las misiones populares, a la ayuda espiritual al clero, a la predicación y celebración de los Sacra­mentos, posteriormente han extendido su presencia al servicio misionero y parro­quial a los estudios sagrados y profanos, a los colegios, a la juventud y a otras formas de actividad pastoral continuamente abiertos a las necesidades de los tiempos».

En pocas pinceladas se describe la carac­terística de la Congregación, individuali­zando su «carisma» propio, que es el «de es­tar abierta a las necesidades de los tiempos».

 

ENSEÑANZA - APOSTOLADO

El fin que se propuso Antonio María iba dirigido fundamentalmente al apostolado: predicación de la Palabra de Dios, adminis­tración de los sacramentos, Estudio de la Teología y Sagrados Cánones (Bula de Pa­blo III, 1543). Y concluye la Bula: «Para bien propio y de los demás».

P. Giovanni Semería      El carisma fundacional fue bien refleja­do en las primeras Constituciones oficiales de la Orden (1579). Allí se decía textual­mente que los religiosos «renuncian a la vida del mundo para ayudar a los Obispos en la salvación de las almas».

Tal petición de ayuda fue suficiente para que desde el apostolado de la predi­cación y de los sacramentos, los Barnabi­tas pasasen pronto a ejercer el apostolado de la «cátedra».

Y esto apremiaba para atender especialmente al mundo juvenil. La misión apostó­lica implica conocimiento del saber huma­no como medio de evangelización y de testi­monio. La Iglesia así lo sigue entendiendo como forma para iluminar la ciencia por medio de la fe. Y los Barnabitas, fieles a sus orígenes, siguieron alternando la difícil ta­rea de la enseñanza con la del apostolado. El dar clase no era impedimento para cate­quizar, confesar y predicar.

No fue fácil soltar amarras hacia este nuevo campo. La dificultad radicaba especialmente en dos motivos fundamentales:

§         La gramática se enseñaba al “son de báculo y castigo y los Barnabitas eran con­trarios a estos sistemas... poco pedagógi­cos”.

§         Las escuelas debían ser gratuitas y el momento no era favorable.

La ocasión se presentó por una donación de un Canónigo de Milán, Juan Bautista Arcimboldi. Este legado facilitaba la gratui­dad y el otro impedimento podía ser obvia­do confiando a profesores no religiosos la enseñanza de la gramática.

En el Capítulo General de 1605, del 3 de mayo, los Clérigos Regulares de S. Pablo (Barnabitas) asumieron oficialmente el apostolado de la enseñanza en sus plantea­mientos congregacionales. Desde entonces no han cesado de difundirse las escuelas de cualquier orden y grado.

Desde Milán, y por muchas regiones de Italia, los colegios se fueron sucediendo en progresión constante. Cincuenta años más tarde ya alcanzaban el número de 25. En Francia, especialmente en la región de Sa­boya, la enseñanza tuvo carácter de pre­sencia católica frente a los calvinistas. En Italia fue un servicio a la Iglesia y a la socie­dad en la formación de las nuevas genera­ciones.

Nació así la figura del barnabita «educa­dor de profesión». junto al afán doctrinal y científico, dedicaba entrega y conocimiento del espíritu juvenil.

Con Italia, pues, Francia fue en un prin­cipio la nación de mayor presencia barnabi­ta en la enseñanza. El propio Luis XIII ayu­dó y fomentó su institución dando fe de las necesidades de los tiempos y de la calidad de la respuesta.

P. Francisco Mª Denza (1834 - 1894)

En Italia casi todas las comunidades te­nían anexo un centro de enseñanza. Desde los Granduques de Toscana hasta los Prín­cipes de Saboya fueron educados por los Barnabitas. Y muchos personajes de la vida social, cultural y política fueron alumnos de los Padres.

La Revolución francesa, temerosa del influjo de «las aulas», decretó la clausura de todos los centros de enseñanza religio­sos. En Italia esto se debió a los Decretos napoleónicos. La recuperación fue casi nula en Francia, pero lenta y constante en Italia, sobre todo en el siglo XX. En esta época, al compás de las nuevas fundacio­nes, este filón pedagógico tiene su «natu­ral» expansión en toda la geografía mun­dial, allá donde los Barnabitas podemos lle­gar: Brasil, Argentina, Chile, África. Don­de hay un Barnabita, casi siempre sale el “prolesor”, el “educador” en campo cientí­fico. Y siempre con ese doble carácter de gratuidad y de pago, para compensar con unos la imposibilidad de otros.

Sería larga la lista de personajes que marcaron la vida política y social de dife­rentes épocas, alumnos de los Barnabitas. Sólo algunos nombres: el poeta y novelista Alejandro Manzoni, el músico y compositor Pedro Mascagni, el escritor Renato Fucini, el futuro Papa Inocencio XI, Benedicto Odescalchi, el poeta José Parini, el histo­riador César Cantú, el explorador polar Umberto Cagni, el poeta Eugenio Montale.


















                   
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