"BARNABITAS ESPAÑA"


ECUMENISMO

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Los P. Barnabitas, representados en estas figuras que ahora hablaremos, han escrito la página más luminosa de la Congregación sobre el Ecumenismo en el siglo XIX.

Sembraron a manos llenas sin poder ver el día de la mies. Siguiendo las huellas de Abraham, caminaron "In spe contra spem" (en la esperanza contra la esperanza), la mirada fija hacia el futuro. No deberán ser olvidados en el día de la mies.

En estos últimos años ha surgido un centro de espiritualidad Ecuménico en Bolonia (Italia), al lado de la Basílica de San Pablo (obra del arquitecto Barnabita P. Ambrosio Mazenta, 1565-1635).

En la Capilla se ha instalado un espléndido icono de estilo bizantino. Allí han sido instalados los restos del P. Gregorio Agustín Schouvaloff. Su biografía "Mi conversión y mi vocación" ha sido traducida a muchos idiomas y ha tenido repetidas ediciones.

P. GREGORIO AGUSTÍN Mª SCHOUVALOFF

(San Petersburgo 1804 – París 1859)

 APÓSTOL DE LA UNIDAD DE LAS IGLESIAS:

P. Agustín Mª Schouvaloff      Uno de los espíritus más atormentados y fascinantes que, desde la Ortodoxia caminaron hacia Roma.

El extravío juvenil lo aleja de todo credo religioso.

La madurez de los años, la muerte de su mujer, Sofía y del hijo de Pedro, siembran en su alma una agitación “saludable” que lo pone en el camino de la “salvación”. Comienza entonces la atormentada subida hacia la conquista de la verdad; “Feliz, 10 veces feliz el día en que supe que el conocimiento de la verdad hay que adquirirlo con la virtud”.

Un momentáneo retorno a la religión de su infancia (la ortodoxa) y el contacto con la protestante no le satisfacen.

La convicción de la verdad exige la unidad, lo lleva a entrar en la Iglesia Católica el 6-01-1843. En la capilla del Colegio “Les Oiseaux” (París), en manos del P. Ravignan, hará su abiura.

El encuentro con el joven César Tondini en la capilla del Colegio Longone de Milán, fue decisivo para su entrada entre los barnabitas (M.B-73, 1993, Nº1, p.18). Da inicio a su noviciado en Monza (18-09-1855), vistiendo el hábito barnabita y cambiando el nombre de pila, Gregorio por Agustín, cuya vida tiene tantos puntos de contacto con la suya.

Sacerdote el 18-09-1857, al momento de la Elevación, reza: “Dios mío, hazme digno de entregar mi vida y mi sangre, junto a la tuya, por la glorificación de la Virgen Inmaculada en la conversión de Rusia”.

Después con la aprobación de Pío IX, repetirá tres veces al día, delante del Crucifijo, el ofrecimiento de su vida.

Dios aceptó su oferta; a los dos años de ordenación, con solo 55 años de edad, pasó a la casa del Padre, murmurando: “rezad por Rusia”.

Su autobiografía: “Mi conversión y mi vocación”, recuerda las Confesiones de S. Agustín.

La vida de este conde ruso, capitán de los Húsares del Zar Alejandro Iº, pasada por diferentes experiencias religiosas (materialista-ortodoxa, protestante y católica por fin) fue una búsqueda apasionada de la verdad. Una vida literalmente quemada por una ardiente pasión por el “retorno” de su patria (Rusia) a la unidad de la Iglesia Católica. Por esto dio origen a la “Asociación de oración a la Virgen Madre de Dios por la unidad de las Iglesias”.

Aunque con el lenguaje de entonces (Ecumenismo del “retorno”) fue un auténtico pionero del Ecumenismo, en tiempos en que Roma quedaba rígidamente cerrada a toda apertura ecuménica.

Cuatro años después, un epígrafe hallado sobre su tumba decía: La Rusia será católica”. Por esta causa, el noble convertido ruso se había inmolado como víctima.

Su sueño será recogido por el P. Cesare Tondini, el gran apóstol del Ecumenismo.

P. Schouvaloff y P. Tondini escriben una de las páginas más luminosas de nuestra Congregación sobre el Ecumenismo en 1800.

Los dos no vieron la “cosecha”. Su vida fue todo y sólo una siembra a manos llenas por la “conversión” y el “retorno” de la Rusia a la Unidad.

Caminaron “in spe contra spem” (en esperanza, contra la esperanza) la mirada confiada hacia el futuro. No habrá que olvidarnos el día de la… cosecha”.

Desde el Cementerio de Montparnasse (París) han sido trasladados a Bolonia, en 1998, sus restos mortales. Descansan ahora en la Capilla Ecuménica de nuestra Basílica de S. Pablo en Bolonia.

 

P. CESAR Mª TONDINI

(1835-1907)

“Apóstol de la unidad”

SERÉ BARNABITA…


P. Cesar Mª Tondini     «Me acerqué a la Sagrada Mesa y encontré a mi lado un joven decidido a entrar en la Congregación de los Barnabitas. Un pensamiento relampagueó en mi mente: este joven está para entregarse a Ti, Dios mío. Hijo único, deja una familia acomodada y un futuro... sonriente y yo —a mis cincuenta años— ¿no tendré este valor? Mi decisión fue rápida: «Seré barnabita». Desde en­tonces mis dudas desaparecieron».

Así en su autobiografía «Mi conversión y mi vocación» escribe el conde ruso Gregorio Schouvaloff de Petroburgo (1804-1859), convertido de la Ortodo­xia al Catolicismo.

Almas gemelas: Schouvaloff se hará barnabita y el joven César Tondini here­dará del célebre convertido de la Ortodoxia, su pasión-misión de llevar a Rusia a la Unidad Católica.

 APÓSTOL DE LA UNIDAD

R César Mª Tondini: erudito, políglota, conferenciante, misionero incan­sable por los caminos de Europa, apóstol de la Unidad de la Iglesia.

Profeta y pionero carismático, con un ideal muy claro: la «conversión» (así se decía entonces) de las Iglesias Orientales, sobre todo de la Rusa, a la Iglesia Católica. Idea - fuerza que dio sentido a su existencia y quemó literalmente su vida. «Más allá de esto no hay más que la Siberia y el cielo».

Los PP. Schouvaloff y Tondini escriben una de las páginas más luminosas de nuestra Congregación sobre el Ecumenismo y una de las más destacadas de la Historia de los Barnabitas en 1800.

 

LA CUESTIÓN RUSA

La cuestión rusa, entonces de la máxima importancia, fue el sueño y la pasión de su vida.

Ante todo un programa razonado en perspectiva iluminada:

Oración (creyó realmente en su poder... ilimitado).

Eliminación de... prejuicios (distinguiendo entre error y errante).

Rigurosa búsqueda científica (entre libros, opúsculos y artículos, más de 140...)

 

ACTITUD DIALOGANTE

Imprimido en varios idiomas, apropiado a cada país, aprobado por la Santa Sede, fue asumido y hecho propio por el tercer Congreso de los Católicos de Malines (1867).

Europa entera fue contagiada por su acción arrolladora: París, Bruselas, Londres, Viena, Estocolmo, Cristianía (Oslo), Estambul, Petroburgo, Moscú… vieron y escucharon a este peregrino de la Unidad.

Muchos santuarios hicieron suya la «Obra»: Loreto, Paray-le Monial, Nues­tra Señora de las Victorias de París, Nuestra Señora de Chartres y de Boulogne sur Mer, la Basílica de Montmartre.

Su confianza en la oración lo empujaba a solicitar celebraciones de Misas. En la sola Bruselas, más de 150 anuales. Y en la misma Rusia, en el Conven­to de 200 monjas al lado del Mar de Azov, semanalmente había una Misa con el canto de las Letanías de la Virgen.

Sus libros: «El Primado de Pedro a través de los títulos en uso en la Liturgia rusa» y «El Papa de Roma y los Papas de la Iglesia oriental» lo merecieron eminentes elogios como «Vd. ha escrito la más alta y oportuna apología des­pués del gran hecho del Concilio Vaticano» (Card. Mermillord). Pero le granjearon también el… honor de la excomunión del Santo Sínodo de Petroburgo.

Su labor ecuménica no se limi­tó al Oriente Ortodoxo.

Fue repetidas veces a Inglaterra donde habló sobre el valor de la Tra­dición y la Infalibilidad Pontificia.

Con las Comunidades Protes­tantes y Luteranas tuvo contacto en los dos países escandinavos, traba­jando al lado del P Stub (1814-1892),  barnabita noruego convertido del Protestantismo.

 

HOMBRE DE FE Y RELIGIOSO FIEL...

En París, los domingos dedicaba largas horas a los humildes y a los po­bres. Los obreros de Bosnia-Erzegovina-Serbia y Montenegro de Bulgaria lo tuvieron capellán siempre disponible.

Dificultades, pruebas… incomprensiones no mermaron ni empañaron la serenidad de su espíritu.

Viajes, ocupaciones, actividad cultural no le impidieron ser diariamente fiel a su meditación, visita al Santísimo, al rezo del Rosario.

 

SEMBRADOR...

Llamado a un alto cargo de responsabilidad en la Congregación dejó —obediente— Estambul para ir a Roma donde pasó los últimos años de vida.

Ni el físico desgastado por los viajes extenuantes ni el asma que lo aque­jó, pudieron robarle su constante sonrisa. Siempre contento de poder prestar su servicio y ofrecer su sufrimiento por la Iglesia y la Congregación.

Como su cohermano, el P A. Schouvaloff, no vió «la cosecha».

Su vida fue todo y sólo una siembra, a manos llenas, por la «Conversión» y el “Retomo” de Rusia a la Unidad de la Iglesia.

En la estela de Abraham, caminó “in spe contra spem” la mirada  confiada hacia el futuro.

Como para el Padre Schouvaloff no habrá que olvidarlo cuando llegue el día de la cosecha.

 

 

P. PABLO Mª STUB

(1814-1892)

“APÓSTOL DE NORUEGA”

 

P. Pablo Mª Stub     Nace en Bergen (Noruega) en 1814. Convertido del Luteranismo por “intercesión de la Virgen”, en 1833 entra en La Congregación de los Barnabitas.

Noviciado en Génova; Teología en Roma; Profesor de Filosofía y renombrado predicador; Superior en cinco comunidades en Italia y en Francia; Provincial de la Provincia Lígure-Piamontesa.

En 1864 Pío IX lo designa para iniciar la fundación de una Misión en las regiones del Norte de Europa. Se realizaba así la... profecía de su maestro de Noviciado en Génova: “Seas muy devoto, trabaja mucho y cuando tengas 50 años, irás misionero a tu tierra” (Noruega).

Los Barnabitas fueron los primeros religiosos en poner pie en tierra escandinava (Noruega-Suecia) desde la época de la Reforma.

La Misión, empezada con tanta ilusión, no estaba exenta de graves dificultades:

§         Pocos sacerdotes (uno en Noruega y tres en Suecia) de edad avanzada y enfermos.

§         Había que atender al Cuerpo Diplomático – a los Trabajadores belgas – a los Católicos locales.

Desarrolla su actividad en el campo de la formación y cultura religiosa, por medio de una esmerada predicación, de una constante presencia en la prensa y sobre todo en el conocido “Apostolado de Salón”. Se trataba de encuentros sobre temas religiosos en grupos pequeños y homogéneos en locales privados o públicos.

Este apostolado se reveló pronto muy eficaz para desmantelar los enraizados prejuicios sobre el catolicismo.

Faltando Seminarios para potenciar el clero local, envía a los aspirantes al sacerdocio a Italia en el Seminario “Villoresi” de Monza.

En 1876 tiene la satisfacción de inaugurar en Bergen, su ciudad natal, una espléndida Iglesia dedicada a San Pablo Apóstol de las Gentes y Patrono de la Congregación.

Y en Bergen muere, el 13 de Enero de 1892.

La prensa católica y protestante se hace eco de su impresionante actividad y del aprecio del que disfrutaba entre la gente.

Al P. Stub se debe la entrada en Congregación del pintor noruego, convertido del Luteranismo, el Venerable Padre Carlos Mª Schilling (1835-1907)

 

P. JUAN CARLOS Mª MORO

(1827-1904)

Otro barnabita que – juntamente al P. Stub – dejó huellas profundas en la labor ecuménica, fue el P. Juan Carlos Mª Moro, natural de Brescia (Italia). Llegaba a las lejanas tierras escandinavas después de una intensa y brillante actividad en Italia y Francia.


P. Juan Carlos Mª Moro     La sorprendente facilidad en aprender el idioma del país, la prodigiosa memoria, el trato amable entre la gente, el celo prudente e iluminado lo revelan particularmente apto a crear un clima favorable al “retorno” (así se decía entonces) a la Iglesia católica de los hermanos separados del Norte de Europa.

Con la palabra y la pluma se ganó pronto la admiración, la simpatía y el aprecio tanto de los católicos que de los protestantes.

Capellán de la Reina Madre (católica en ambiente protestante) Josefina de Leuchtenberg la asistió en el final de su vida administrándole el Santo Viático y pronunciando la oración fúnebre en presencia de la Corte y del Cuerpo Diplomático. El rey Oscar IIº, agradecido, lo nombró “Caballero de la Estrella Polar” y lo gratificó con una pensión anual.

Destacada y fructuosa fue también su obra en Gefle (entre Uppsala y Estocolmo). Con periódicas charlas se acercó a la clase culta de la pequeña ciudad universitaria. Muchos fueron los “retornos”; la simpatía y la admiración cundió entre los estudiantes y la población protestante.

La parroquia que se creó fue dedicada, como la de Bergen por el P. Stub – al Apóstol San Pablo.

Una íntima amistad lo unió al artista C. Gounod (1818-1893) del que fue también confesor. Se conserva una emocionante carta del músico, en los últimos días de vida, a su confesor, que se encontraba entonces en la tierras escandinavas.

Muere en Mouscron (Bélgica), a los 77 años.

Solía repetir, era su lema habitual: “Dios mío, todo de Ti, todo para Ti”.

 

VENERABLE CARLOS Mª SCHILLING

(1835-1907)

 Currículum vitae

1835   Nace en Cristiania (Oslo), capital de Noruega, en una familia lu­terana profundamente religiosa.

1854   Recibe el bautismo, pasando a la Fe Católica en Düsseldorf (Ale­mania), donde frecuentaba la Academia de Bellas Artes. Hués­ped de la familia Eitel.

1868   Noviciado en Aubigny (Francia).

1880  Monza (Italia). Es Vice-Maestro de los novicios.

1887      Mouscron (Bélgica) Desarrolla un callado e intenso apostolado en el confesionario, siempre disponible para los enfermos y los más abandonados y solos.

1907  2 de enero, despegue para la eternidad.

 EL «GUAPO NORUEGO»

 

Ven. P. Carlos Mª Schilling     Pintor con futuro seguro, deportista y buen jinete, cazador de renos y Osos entre los lapones de las nevadas tierras polares. Alto, porte distinguido. En Düsseldorf es conocido como el «guapo noruego». Feliz en destacar lo positivo de los demás, siempre agradecido por insignificante que sea el servicio  recibido. Vida silenciosa y escondida la suya. Sin embargo, como su Fundador, enemigo acérrimo de la pobreza. No conoce las medias tintas, los colores grises. Extraordinario en lo ordinario.

Vive de Dios, enamorado de Él que penetra en su alma, haciéndolo libre y fuerte. Se lanza así por los caminos del espíritu, en la aventura embriaga­dora y radicalizante de las Bienaventuranzas. Después de su bautismo, lle­gará después de esquiar dos o tres días seguidos para participar en la Euca­ristía en la capillita de Alten o Tromsö, más allá del Círculo Polar.

 

 PINCELES… A LA MAR

 

En su vida hay actitudes que nos hacen respirar el aire de las «Floreci­llas» de San Francisco de Asís:

  • Después de su primera confesión, para desahogar la alegría que le estalla dentro, da un largo paseo por la campiña de Düsseldorf, brincando, cantando fuerte y echando guijarros en las aguas del Rin.

  • En Monza, al encontrar un sacerdote, se arrodilla pidiéndole la ben­dición.

  • A la salida del fiordo de Cristiania, camino del noviciado, desde el puente de la nave, lanza al agua el trabajo de pintor con todos sus pinceles y colores.

 DÜSSELDORF

 

A la Fe Católica lo lleva el ambiente de piedad sincera y de coherencia de vida de la familia Eitel.

Catequista de su formación religiosa será la Madre Emilia de la Cruz. Para siempre les unirá una luminosa y entrañable amistad. De esta religiosa se ha introducido el proceso de Beatificación.

A ingresar en la Congregación lo orientará el barnabita noruego, con­vertido del protestantismo, Pablo Stub (1814-1892), entonces responsable de la recién construida Iglesia de S. Olav, la primera en edificarse en Noruega después de la Reforma.

Pablo Stub pertenece a aquel manojo de barnabitas que en la mitad del siglo XIX, desarrollaron una intensa labor en los Países Escandinavos, impulsando el movimiento ecuménico para la unión de las Iglesias. Junto a él, queremos recordar también al P Carlos Moro (1827-1904), confesor de la reina de Noruega, y el P César Tondini (1839-1907), políglota, escritor y orien­talista de renombre internacional.

 

NORUEGA

 

Ama entrañablemente a su patria nórdica. Sus ojos brillan de conmo­ción y se humedecen al solo recibir una postal con vistas de su tierra. Para el retorno a la Fe Católica de Noruega y los Países Escandinavos, compone una oración, enriquecida por León XIII con 300 días de indulgencia.

Al plantearse el problema de la vocación religiosa y de su ingreso entre los Barnabitas, sabe lo que le espera. Tendrá que dejar a su familia y a su tierra. Quizá nunca volverá a verla.

Sin embargo, escribe a su padre, el capitán de caballería Gottieb, desde el noviciado de Aubigny: «...me quedaré donde Dios quiere. Toca a Dios de­cidir a través del Superior General. Aquí me encuentro muy feliz».

     

MONZA Y MOUSCRON         

 

 Dos las etapas de su apostolado sacerdotal: Monza (Italia) y Mouscron (Bélgica). En las dos coopera en la formación de los novicios y atiende el confesionario, a los pobres y a los enfermos.

Monza (1880-1887). Le conocen como el «Padre extranjero». Aunque se defienda mal con el… italiano, pronto será una de las figuras más característi­cas y populares de la ciudad y alrededores.

Mouscron (1887-1907). Pasará los últimos veinte años de su vida en el humilde servicio del confesionario y en el consuelo de los enfermos, aban­donados y solos.

También aquí tropieza con el… francés (los idiomas serán su… cruz). Sin embargo, su confesionario estará siempre «sitiado». La gente se agolpa a su alrededor desde las primeras horas de la mañana. Numerosos los sa­cerdotes que recurren a su palabra orientadora, también desde más allá de la frontera francesa.

Por intenso que sea el frío de Mouscron, no quiere calefacción en su celda. Duerme sobre un tablero escondido por debajo de la sábana. Es el «Padre alto», el «Padre noruego», el «Padre santo».

El agobiante y diurno apostolado del confesionario, la asidua asisten­cia a los olvidados, a los solos y a los enfermos, van paulatinamente debili­tando sus fuerzas. Sus últimos consejos a unos seminaristas que han subi­do a su celda: «Hay que hacerse santos y grandes santos».

Había dicho que: «El religio­so es feliz cuando llega al final de su carrera». Y él era feliz, aquel dos de enero de 1907 cuando despegó para siempre hacia la casa del Padre.

¿EN LA GLORIA DE BERNI­NI?. Su cuerpo descansa en la capilla-recuerdo, construida expre­samente para él en 1964. Es lugar de oración, meta de peregrinación y esperanza.

El proceso de canonización va por buen camino y está muy adelantado. Ojalá podamos pronto ver subir en la gloria del Bernini, en San Pedro, en Roma, a este humil­de y heroico barnabita noruego que, con su obra, su vida y sobre todo, con su santidad, ha contribui­do a preparar el nuevo tipo de diálogo con “sus” hermanos del Norte de Europa.

 

P. PABLO Mª FUMAGALLI

(Dongo, 1837- Como, 1904)

 

Ya alumno del Imperial Colegio de Milán, después de pasar un año en la Universidad de Pavía, entró en el Noviciado de Monza, del que pasó en Noviembre de 1857 a París para realizar los estudios Teológicos.. Por las singulares dotes oratorias fue orientado hacia la predicación, en la que tuvo muchos éxitos.

P. Paolo Mª Fumagalli, con su Obispo Consagrante      Durante la Guerra franco-prusiana de 1870 siguió como Capellán militar de los "Mobili Brettoni" y con la cercanía a la causa francesa se adquirió el derecho a la ciudadanía, la cual sancionó la intima aspiración de su corazón.

En Enero de 1884, por invitación del P. Carlos Moro, entonces Misionero en Suecia, se fue a esa misión: Muy pronto el P. Fumagalli aprendió el Sueco y se adquirió entre los mismos protestantes profundas simpatías. Con el esplendor de las interpretaciones musicales, por el mismo dirigidas,  atrajo a nuestra Iglesia de Gelfe gran cantidad de gente, obtuvo (en ese tiempo impensable) una Cátedra libre en la Universidad de Upsala y consiguió crearse un magnífico círculo de relaciones, que le hubiesen servido mucho en su ministerio sacerdotal, si no le hubiesen hecho volver  a Francia por el mal estado de salud que soportaba.

El P. Fumagalli tuvo naturalmente grandes cualidades: ingenuidad de niño, imaginación viva y seductora, inquietud afectuosa y recta, disposición de espíritu que se unía o relevaba con dichos agudos y amenos, índole de artista enamorado de ideales, soñador incorregible, musicista apasionado por su arte, que le inspiró varias obras de valor,  limpieza de animo que le hizo ignorar la amargura que le producía el que dudasen de la generosidad de sus sacrificios, finalmente la bondad de corazón que lo dejaba desarmado ante el horror de cualquier miseria.

Una diabetes rebelde a toda cura lo condujo a la muerte, el 19 de mayo de 1904, a los 67 años.

 



























































































                   
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