"BARNABITAS ESPAÑA"


MISIONES

Arriba 

 

¿Los Barnabitas son una Congregación misionera? Si por «Misión» entendemos el anuncio del Evangelio a lugares lejanos y esto como aspecto fundamental, decimos que NO. Pero los Barnabitas asumieron desde un principio el compromiso misione­ro en un ámbito geográfico muy restringido y no ciertamente en el sentido propio de «Misión». Su «misión» inicial era recuperar la vivencia de la fe en el interior de la Igle­sia. Por ello se dedicaron principalmente a la predicación, colaborando en la «reforma» católica del siglo XVI.

Su expansión fue lenta y demasiado «cautelosa». Se exigía mucho a los «postu­lantes» que querían formar parte de la fa­milia religiosa. Los mismísimos 5. Carlos Borromeo y San Pío V lo hicieron notar. El excesivo centralismo inicial impidió también la expansión geográfica. La «casa fundacional» de Milán dejaba poco «espacio» a las nuevas fundaciones. La suma de todo esto restó miembros a la naciente Congre­gación para ampliar horizontes.

S.Carlos Borromeo llamó a los Barnabitas para asumir «Misiones», o sea, salir del círculo restringido del norte de Italia; fue en el Bearno francés y posteriormente en la Saboya: predica­ción entre los hugonotes y calvinistas respectivamente.

     Estamos sólo a prin­cipio del siglo XVII. Debemos esperar a la segunda mitad del siglo para experimentar una mayor expansión. Yeso se debe al traslado de la Curia General de Milán a Roma. Era el año 1662. Se abrirán «comunidades» en Alema­nia.

Sin embargo, será el siglo XVIII, nuestro llamado «siglo de oro», cuando el horizonte se hará «electivamente» misionero y será en lugar verdaderamente «extremo» y, concre­tamente, en Birmania.

Esta misión birmana ha marcado pági­nas de gran belleza y profundidad, tanto en el aspecto apostólico como cultural. La Congregación quería ser fiel a su tradición:

el Evangelio y la cultura en un nivel sufi­cientemente elevado.

Se llegó a Birmania desde China. Querí­an establecerse concretamente en Pekín, al séquito del Legado Pontificio, Carlos Am­brosio Mezzabarba. Al no poderse realizar esta fundación, los Barnabitas asumieron un campo prácticamente «virgen». los Rei­nos de Ava y Pegú, al sur de Birmania.

El primer religioso encargado de la mi­sión fue el P. Segismundo Calchi (1685-1728). Año de llegada: 1722. Aprende bien el idioma y compone un primer Diccionario para un inicial intercambio cultural y llegar así a la fe. Dificultades con otros misioneros hicieron peligrar la misión. Triunfó el buen sentido y el deseo del anuncio de la fe cris­tiana, apoya­dos por el mis­mo rey de Ava.

Otros mi­sioneros fue­ron enviados. El viaje consti­tuía por su­puesto ya un acto de heroís­mo. Algunas veces no llega­ba a término y no hablemos del retorno. El salir de la pa­tria era una verdadera «despedida».

El espíritu misionero era tan grande que nunca faltaron religiosos para enfrentarse con la «aventura de la le».

     Más de cien años duró este compromiso barnabita en Birmania. Fue positivo el nue­vo estiloCentenario de los PP. Barnabitas en Brasilmisionero: hacer apostolado a partir de la inculturación para que la fe fuera también un verdadero factor de progreso humano y social.

En esta línea, después del Diccionario del P. Calchi, hay que añadir una «Gramática de la lengua birmana» y un «Dicciona­rio latín portugués-birmano», obras ambas de otro gran misionero y pedagogo, el P. Juan Percoto, Obispo y Vicario Apostólico de Ava y Pegù (1729-1776). Preparó el pri­mer Alfabeto birmano que se imprimió en Roma el mismo año de su muerte y dio oca­sión para que se implantara la imprenta en aquellas regiones de Asia: la fe en Dios fue instrumento esta vez para el progreso hu­mano.

Esta apasionante «aventura apostólica y cultural» terminó a causa de la supresión na­poleónica de las Ordenes y Congregaciones religiosas en Europa. Cesó el flujo misionero y se cerró una espléndida etapa de fe.

ETAPA MODERNA

 El siglo XX marcó la recuperación de la Orden. Los coletazos anticlericales que pu­sieron en peligro muchas Congregaciones religiosas, no fueron obstáculo para su ex­pansión. Todo lo contrario. Tal vez fueron el detonante para que los Barnabitas rea­brieran la página «misionera».

En Francia hubo una supresión entre fi­nales y principio de siglo. Los religiosos franceses partieron para el extremo norte de Brasil el año 1903. Después de trabajar dos decenios de forma abnegada, recibieron la bendición oficial del Papa Pío XI que confió a los Barnabitas, en fecha de 26 de julio de 1928, la «Prelacía de Gurupy, en el estado de Para. El animador fue el P. Francisco Richard. Sede central fue la pequeña ciudad de Bragança. Le sustituyó pronto el P. Eliseo Coroli. Consagrado Obispo el año 1940, durante cuarenta años llevó la dirección de la misión. Se construyeron escuelas y capi­llas, ambulatorios y centros culturales, con especial atención a la «Radio Educadora», para la formación humana y espiritual de las poblaciones más dispersas.

     Ahora, la misión ha crecido. Junto con los misioneros barnabitas trabajan asidua­mente otros misioneros, hombres y muje­res; la Prelacía es Diócesis de Guamá y extiende su radio de acción sobre un territorio de 76.000 kilómetros cuadrados. Junto con la labor apostólica y educativa, no faltaron los actos de heroísmo que jalonan siempre la historia misionera de la Iglesia.

Y «misión», en el verdadero sentido de la palabra, es la de África. El lugar elegido fue elMuhumba, Bukavu, Kivu, Rep. Dem. del Congo Congo Belga. Los misioneros fueron, pues, los belgas. Los PP. Dessart, Rose y Leterme iniciaron en el año 1950. Daban clase, pues no es de extrañar: los Barnabitas son educadores. Tan indispensable se entendió tal aspecto que pronto quisieron «su» centro de enseñanza y lo dedicaron al Apóstol Pablo. La primera piedra del Colegio San Pablo, se puso en 1954, y fue definitivamente terminado el 1956.

Muy pronto «la aventura africana» se ve empañada por las vicisitudes de la descolonización. Este tiempo de tribulación dura aproximadamente ocho años y es historia reciente. Casi obligados por las circunstancias, los Barnabitas dejan la dirección del colegio, continuando en el mismo como educadores y formadores en la fe. La misión ha sido reanudada por la Provincia Lombarda en 1964. El Congo-Belga cambia nombre: Zaire.

En el año 1963 llegan las Her­manas Angélicas para emprender juntos y con mayor plenitud la acción apostólica parroquial. En este ámbi­to nacen el ambulatorio -el dispensario-, los cursos de higiene y de corte y confec­ción. Se extiende luego todo un proyecto formativo con aulas para la enseñanza, dando espacio a la formación de expertos en sanidad y agricultura.

Hay que pensar en el futuro y hay que pensar en el relevo del personal religioso. El “proyecto vocacional” encuentra, a Dios gracias, respuestas locales y la labor continúa.

En este fervor de iniciativas se abren nuevos horizontes. Rwanda está a un paso de Bukavu, sede en Zaire de los misioneros. En el año 1977 se funda la misión de Muhura en territorio ruandés. Nuevas fuerzas llegan: son los religiosos autóctonos que completan su formación y van PP. Antonio Botazzi y Santiago Ramos - Monterrey (Méjico) tomando el relevo. La misión africana es asumida por la Provincia italiana del Norte. Cada comuni­dad se adhiere con verdadero fervor al espí­ritu misionero.

En el estado actual parece superfluo hacer un análisis. Todos conocemos los acon­tecimientos acaecidos en la zona desde 1994. Rwanda está recuperando lentamen­te la tranquilidad. Zaire (con la nueva deno­minación de República Democrática del Congo) intenta asentarse. Los Barnabitas no han abandonado su puesto. Los que momentáneamente tuvieron que repatriar-se han vuelto más animados que nunca. Y deseamos a todos lo mejor con la ayuda de Dios.

AFGHANISTAN

Con los tres grandes arranques misioneros barnabitas (Birmania, siglo xvIII; América-Brasil, inicio siglo XX; África-Zaire y Rwanda, mitad del siglo XX), con las grandes aperturas de América del Sur (Chile-Argentina) y América del Norte y Canadá y, más recientemente, España, Po­lonia, Filipinas y Albania, no podemos pa­sar por alto la experiencia única y difícil de Afganistán.

Este país centroasiático alcanzó la inde­pendencia el año 1921. Italia fue de los pri­meros países en reconocerlo. El Tratado preveía la asistencia religiosa de todos los católicos existentes en el país por cualquier razón. Italia se hizo, pues, intérprete de esta petición ante la Santa Sede.

El Papa Pío XI dijo textualmente: <para esta misión hace falta un Barnabita». El mismo Papa se encargó de señalar a la per­sona: su conciudadano P. Egidio Caspani.

La peculiaridad de esta misión consiste en el hecho de que uno solo sería el sacerdo­te encargado para todo el país (600.000 ki­lómetros cuadrados) y sin posibilidad de hacer apostolado fuera del ámbito estricta­mente señalado. Desde entonces, 1 de enero de 1933, se sucedieron cinco Capellanes.

P. Giuseppe Moretti recibe el Anillo del Nuncio Apostólico en Paquistán - Mons. Alejandro D'Errico     Después de la intervención rusa de 1989, la «guerra civil» está asolando el país. La Congregación, de acuerdo con la Santa Sede, desde el año 1994 ha suspendido la presencia del Capellán hasta la normalización de la situación. El año anterior, el último Capellán quedó herido en la destrucción de su residencia por golpes de morteros.

Los Barnabitas reanudaron su presencia en Kabul en el año 2002. El P. Giuseppe Moretti, salió con vuelo de la Aeronáutica militar, desde el aeropuerto de Pisa para la capital afgana, que había tenido que abandonar en 1994. Antes fue recibido por Juan Pablo IIº.

Con Decreto de la Congregación para la evangelización de los pueblos, el 16 de mayo de 2002, Afganistán ha sido constituida como "Missio sui juris", confiada a los Barnabitas, y el P. Giuseppe Moretti, Capellán de la Embajada, ha sido elegido Superior Eclesiástico u Ordinario de la Misión con todos los derechos y las facultades anexas a este oficio, además de los privilegios concedidos a los prefectos apostólicos. En otras palabras Afganistán es jurídicamente equiparada a una Diócesis y el Superior Eclesiástico equiparado a un Obispo diocesano, sin que tenga con eso carácter episcopal y, por lo tanto, sin poder ejercitar las funciones que requieren la Ordenación episcopal. De un Obispo tiene las insignias: Mitra, anillo y cruz pectoral (no el Pastoral y la cátedra), que se pueden usar sólo "durante munere" y sólo en el propio territorio.

Como complemento de lo anterior, el P. Angelo Panigati, misionero en afganistán durante 26 años, ha sido propuesto para el "Premio de la Paz", instituido por la Región Lombarda (Italia) para los que hayan destacado por su actividad de "Constructores de la Paz" en zonas de conflictos.

Los horizontes misioneros están, pues, abiertos en diferentes continentes. No siempre se habla de «misión» en el sentido verdadero de la palabra, pero el espíritu es el mismo de los orígenes.

 **********

Parece como si el grito de Antonio María “nunca decir basta” resuene con más vigor cuando más se deben multiplicar las fuerzas. Pidamos pues al Señor que envíe «obreros a su mies».

                                                                          P. ANGEL bta.






































                   
  Content  Back  Home  Next  Top